¿Es este el primer selfie de la historia?

¿Es este el primer selfie de la historia?

Selfie es un término relativamente reciente, se hizo extremadamente popular con la aparición de redes sociales como Instagram, y comenzó a cobrar relevancia con el uso de los selfie sticks. Más tarde, la incorporación de cámaras frontales a los dispositivos móviles, hizo que los selfies se convirtieran en algo del día a día… Pero ¿Nos creerías si te dijéramos que hace muchos años alguien ya tuvo esta idea?

Zinaida Serebriakova, la autora del primer selfie de la historia

Autorretrato en el Tocador de Zenaida Serebryakova (Fuente: Wikimedia Commons)
Autorretrato en el Tocador de Zenaida Serebryakova (Fuente: Wikimedia Commons)

No se trata exactamente de una foto, sino de una pintura hecha en óleo sobre lienzo cuya autora, una dama de 25 años llamada Zinaida Serebriakova, sacó a la luz en el año 1909. Proveniente de una familia de artistas, no era de sorprender que Zinaida finalmente desarrollara sus habilidades con la pintura hasta finalmente dejar una obra de arte que ha pasado a la historia.

El cuadro que resulta ser una auténtica e ingeniosa maravilla, la joven posa frente el espejo de su tocador, y mira fijamente a este pareciendo que mira directamente a los ojos del espectador. Al encuentro de las miradas, se aprecia un leve levantamiento de ceja que sugiere el haber descubierto la intromisión de los curiosos.

¿Qué es un Selfie?

Un «selfie» es, en su forma más básica, una fotografía que una persona toma de sí misma. Aunque el término es contemporáneo, asociado con la era de las redes sociales y la tecnología de cámaras en dispositivos móviles, su concepto básico —capturar la propia imagen— es mucho más antiguo.

Contemporaneamente nos referimos a un «selfie» como una fotografía que una persona toma de sí misma, generalmente con una cámara de un smartphone o una cámara web, y a menudo se comparte en redes sociales. El término se popularizó en el siglo XXI y se asocia estrechamente con la era digital y las redes sociales.

¿El primer selfie moderno de historia?

Serebriakova, en su obra de 1909, presenta varios elementos que invitan a considerarla como un antecedente del selfie:

  1. Autorrepresentación: Al igual que un selfie, este autorretrato es una representación de la artista por sí misma. Serebriakova se pinta en una postura íntima y personal, frente a un espejo, capturando su reflejo.
  2. Interacción con el Espectador: La obra muestra a Serebriakova mirando directamente hacia el espectador, a través del espejo. Esta interacción visual es un elemento clave en muchos selfies, donde el sujeto a menudo establece un contacto visual directo con la cámara.
  3. Naturalidad y Espontaneidad: El autorretrato transmite una sensación de naturalidad, capturando a la artista en un momento cotidiano y personal. Esta cualidad es también típica de los selfies, que a menudo pretenden ser instantáneas espontáneas de la vida diaria.
  4. Personalización y Expresión Individual: El autorretrato permite a Serebriakova expresar su identidad y estilo personal, algo que también es fundamental en la cultura del selfie.

Dicho esto, existen diferencias clave entre un autorretrato clásico y un selfie moderno, principalmente la tecnología utilizada y el contexto cultural. Mientras que los selfies son generalmente fotográficos y están íntimamente ligados a la cultura de las redes sociales, los autorretratos como el de Serebriakova son obras de arte tradicionales, creadas en un contexto muy diferente.

Los selfies modernos suelen ser informales y están destinados a capturar momentos espontáneos de la vida cotidiana, aunque también pueden ser más posados y elaborados.

Una obra que trascendió las barreras del tiempo

Así, y con la naturalidad que desprende al peinar su cabellera, “Self-portrait at the Dressing Table” o en español “Autorretrato en el tocador” parece ser el primer selfie de la historia.

Gracias a esta pintura Zinaida Serebriakova se ganó el reconocimiento del público y, tras participar por primera vez en una exposición, específicamente en la séptima exposición de la Unión de Artistas Rusos en San Petersburgo, la obra fue adquirida por la Galería Tretiakov en Moscú, es justo allí donde se encuentra hasta la actualidad.

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